Como controlar las actuaciones en directo. Parte I
16 de septiembre de 2015 17:51
Últimamente estamos oyendo, con la llegada de las nuevas corporaciones, que una medida para fomentar la cultura es permitir y promover las actuaciones en directo en locales de ocio. Aparentemente esta decisión no presenta más que ventajas, ya que permitiría que grupos de música noveles tuviesen acceso al contacto con el público, lo que mejoraría, sin duda, su difusión y posible financiación. La contrapartida está en las condiciones acústicas que presentan los locales de ocio con respecto a las fuentes sonoras y el aforo. Resulta imprescindible conjugar, al mismo tiempo, el permiso de estas actuaciones en directo, con el respeto escrupuloso de las normativas de emisión en materia de ruido hacia el exterior y locales colindantes; en su mayor parte viviendas.
Realizar actuaciones en directo presenta ciertas particularidades a tener en cuenta desde el punto de vista de la fuente emisora.
La primera y fundamental es que tenemos dos fuentes en una. Por una parte está el equipo que sonoriza la sala y que da servicio al público asistente; y por otra está la parte de monitores que da retorno a los artistas y que les permite “oírse”. Esta fuente parece ser fundamental para el buen resultado del concierto, pero presenta ciertas dificultades a la hora de realizar el control de emisión, ya que una limitación fuerte hace que el artista tenga un falso retorno en las subidas y esto hace que se desgañite o desafine. Este problema también se presenta en los karaokes, y es más notorio cuando los locales son pequeños y hay poca separación entre intérprete y público.
Una forma sencilla de solucionar estos problemas hoy día es el uso de “pinganillos” que permiten enviar al artista la mezcla que él considera mejor, sin afectar a los demás músicos ni tampoco al público; aunque por desgracia a veces no se dispone de esta solución.
Con respecto a la mezcla que le llega al público, observamos dos dificultades. Por una parte la creencia, muchas veces injustificada, de que los niveles necesitaros para realizar el concierto han de superar los 100 dB(A), para que el público “sienta” la música en toda su intensidad. Y por otra la necesidad de elevar el volumen que en la mayoría de los casos se debe a que el ruido del aforo es muy elevado, ya que el público no escucha la música, sino que participa con “ entusiasmo”, lo que hace que se necesiten al menos 6dB(A) sobre el ruido de fondo para conseguir una dinámica agradable.
Resumiendo, la emisión sonora del concierto en directo, es una fuente compleja con diversos factores a tener en cuenta y que depende, del tipo de actuación, del volumen del local donde se realice y del posible público que vaya asistir a dicho concierto. Conclusión, a la hora de dar las licencias o autorizaciones, se han de pedir unos requisitos particularizados para cada caso y con unas medidas correctoras adecuadas a cada evento.